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“Neuroplasticidad : lo que aprendo todos los días como papá y neuropsicólogo”

  • Foto del escritor: neurocontigocol
    neurocontigocol
  • 8 may
  • 3 Min. de lectura

“Criar con presencia también moldea cerebros.”
“Criar con presencia también moldea cerebros.”

Cuando estudiaba para mi maestría en neuropsicología, la palabra “neuroplasticidad” me parecía poderosa. Sabía que el cerebro podía cambiar, adaptarse, crear nuevas rutas… pero todo eso era teoría. Hasta que nació mi hijo y llegó el diagnóstico de autismo.


Desde entonces, la neuroplasticidad dejó de ser un concepto de libros. Se volvió parte de mi vida diaria. Aprendí —y sigo aprendiendo— que el cerebro cambia, sí, pero también que los vínculos cambian el cerebro. Y que un papá que acompaña con amor, paciencia (y a veces cansancio), también está moldeando su propio sistema nervioso, todos los días.


Hoy escribo no solo como profesional, sino como un papá que observa, se equivoca, intenta de nuevo… y celebra cada pequeño paso como una gran conquista.

Comparto contigo algunos consejos reales y aplicables, basados en neurociencia, pero sobre todo vividos en carne propia.



1. El asombro fortalece el cerebro


A veces nos acostumbramos a buscar “progreso” en escalas grandes. Pero cuando te detienes a mirar con asombro algo pequeño —una mirada sostenida, un nuevo gesto, un patrón que se repite— estás activando en tu cerebro circuitos de dopamina que refuerzan la atención y el aprendizaje.


Consejo neuropsicológico: celebra lo pequeño. Es ahí donde empieza la verdadera plasticidad.



2. Repetir con intención no es retroceder


Hay rutinas que repetimos todos los días: una canción, una frase, una forma de entrar a casa. Para muchos puede parecer monótono, pero en realidad es una estructura que da seguridad al sistema nervioso de tu hijo. Y eso, desde la neurociencia, es oro puro.


Estrategia desde casa: mantén algunos rituales estables. No tienen que ser perfectos, solo constantes y afectivos.



3. Regula tu propio sistema nervioso primero


Uno de los mayores retos como papá es contener sin desbordarse. Pero he aprendido que no se puede guiar desde el caos. Si yo estoy en modo alerta, no puedo acompañar a mi hijo a calmarse. El cerebro necesita un espejo seguro, y eso empieza en nosotros.


Técnica sencilla: antes de intervenir, respira profundo tres veces. Parece poco, pero para tu sistema nervioso (y el de tu hijo), puede marcar toda la diferencia.



4. Tu mente también es plástica


Acompañar el desarrollo de un niño con autismo me ha obligado a romper esquemas, cuestionar certezas y flexibilizar ideas que antes creía incuestionables. Y eso también es neuroplasticidad.


Consejo neuropsicológico: permítete cambiar de opinión. Aprender a ver desde otro ángulo es una forma de expandir tu cerebro.



5. Tu presencia tiene un impacto biológico real


Estar presente —aunque no sepas qué decir, aunque no todo esté bien— es suficiente. No necesitas tener la respuesta perfecta ni ser experto en todo. La simple constancia de tu presencia ya está moldeando las conexiones emocionales de tu hijo. Y las tuyas también.


Recuerda esto: el amor sostenido en el tiempo es el mejor entorno para que ocurra la neuroplasticidad.



Cierre personal:


No escribo esto desde un lugar de autoridad, sino desde el terreno: desde los días buenos, los desafíos, las dudas y los logros que a veces solo nosotros vemos.

Ser papá de un niño con autismo me ha enseñado más sobre el cerebro humano que cualquier formación académica.


Y sobre todo, me ha enseñado que la neuroplasticidad no solo ocurre en la corteza o las sinapsis… también ocurre en el corazón.


Juan Sebastián Parra Méndez

Cofundador NeuroContigo

Mg. NeuroPsicologia

Psicólogo

 
 
 

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